EL DC-3 EN
EL CERRO DEL BORREGO
Por Carlos
Ramírez Hernández
Corría
el año de 1998 cuando -movido por el interés y la curiosidad- el equipo de
senderistas tomó el acuerdo de organizar una caminata hacia el Cerro del
Borrego, enclavado en la Sierra de Chiconquiaco y profundamente ligado a un
accidente aéreo ocurrido la mañana del 16 de diciembre del año de 1949.
Para
llegar a nuestro objetivo, hubo que caminar desde la cabecera municipal de
Chiconquiaco, Ver., a través de un camino de terracería que conduce hasta la
congregación de Planta del Pie perteneciente al municipio anteriormente citado.
El
Cerro del Borrego visto desde la congregación de Planta del Pie
A
corta distancia de esta comunidad, se localizan unas antenas telefónicas
instaladas sobre un cerro y al pie de un profundo precipicio desde donde se
puede mirar a lo lejos el caserío de Naranjos, El Huérfano, El Capulín y La
Sombra entre otras localidades situadas dentro de la demarcación municipal de
Chiconquiaco.
Las
antenas telefónicas al pie de un acantilado
A
partir de ahí se toma una vereda que permite llegar hasta las faldas del Cerro
del Borrego. Sendero que se desliza entre potreros bordeados de bosques con
árboles de gran tamaño, muchos de los cuales -consideramos- tienen una
antigüedad centenaria.
En
el trayecto se disfruta de amplias áreas sombreadas, producto del apretujado
follaje.
La frescura del aire de la montaña es un
bálsamo que ayuda a tonificar nuestros pulmones en las horas de la mañana.
Resulta agradable recorrer esos parajes bajo el sol matutino y estar en contacto
con el entorno natural que ofrece aquel extraordinario paisaje serrano.
El
Douglas DC-3 en pleno vuelo
Hay
que subir por una de las laderas del cerro siguiendo la vereda que a veces se
pierde entre los breñales hasta llegar al sitio donde -según se nos informó- un avión Douglas DC-3 matrícula XADUC de la
Compañía Mexicana de Aviación, se impactó contra los árboles perdiendo una de
sus alas y precipitándose al vacío segundos después para terminar envuelto en
llamas en el fondo de la barranca.
Las
brigadas de rescate en el lugar del accidente
En dicho accidente perdieron la vida tanto la
tripulación como los pasajeros, cuyos cuerpos quedaron carbonizados en aquel inhóspito lugar. Posteriormente
fueron recuperados por las brigadas de
rescate que llegaron procedentes de Naolinco y de la ciudad de Xalapa. Los
periódicos Diario de Xalapa y El Dictamen del puerto de Veracruz publicaron en
sus páginas, con grandes caracteres, los pormenores de tan lamentable suceso en
el que, además de pérdidas humanas, los lugareños se apropiaron de grandes
cantidades de dinero.
La
noticia en la prensa escrita
Finalmente,
el 27 de abril del año 2000 en otra de las caminatas al Cerro del Borrego,
encontramos entre la maleza pequeños fragmentos de aluminio -sin duda restos
del fuselaje- de la aeronave siniestrada y de los cuales se muestra la fotografía de uno de ellos.
Fragmento del fuselaje del DC-3
Sin
embargo, el gran hallazgo fue haber encontrado semienterrado entre la arena del
lecho seco del río que en época de lluvias baja de la montaña, uno de los
motores del avión.
Para llegar a él, hubo necesidad de
bajar hasta la comunidad de Vaquería perteneciente al municipio de marras y, por una vereda sumamente escarpada y
pedregosa, logramos el objetivo en parte gracias a la información y compañía
que nos dispensaron unos pastores de cabras.
Uno de
los motores del DC-3
El
otro motor se presume quedó en la parte más inaccesible y peligrosa de aquel
profundo acantilado. Llegar hasta donde se encuentra, constituye un enorme
riesgo que pondría en peligro nuestra integridad física en virtud de no contar
con el equipo exprofeso y la capacitación técnica que demanda un descenso en
condiciones extremas.
El
equipo de senderistas en la foto del recuerdo
Desde
entonces el Cerro del Borrego constituye para nosotros un referente y se erige
como un sitio emblemático para nuestras caminatas.
A
casi 63 años de ocurrido, aún se recuerda el impacto que causó tan lamentable
hecho. Dicha montaña custodia desde entonces el escenario de aquel trágico
acontecimiento. Estar allá obliga a reconstruir imaginariamente aquellos
momentos llenos de desesperación y angustia que vivieron quienes, en aquel
lejano 16 de diciembre de 1949, volaron hacia la eternidad.
Expreso
mi gratitud a la casa editorial Diario de Xalapa y al señor Martín Bartolomé
Muñoz de esta ciudad de Naolinco, por haberme proporcionado la información periodística
y fotográfica que ilustra el presente trabajo.
“La vida no es más que un viaje hacia
la muerte”
SÉNECA
Agradecemos sus comentarios en la siguiente dirección: senderismocamarada97@hotmail.com