EL MALPAÍS:
EL OTRO ROSTRO DEL PAISAJE
Por Carlos Ramírez
Hernández
“El creer que la
naturaleza es inagotable,
constituye un error
ampliamente difundido”
Konrad
Lorenz
Fisiólogo y naturalista austriaco
El presente texto se
deriva de las observaciones hechas a lo largo de la caminata que recientemente
efectuamos hasta la localidad de Tlacolulan (lugar de tlacuilos o pintores) el
pasado sábado 8 de septiembre del año actual y que coincidió con la celebración
de su fiesta patronal.
Palacio
municipal de Tlacolulan
El recorrido inició en
el lugar conocido como La Palma sobre un camino de terracería que conduce a la
comunidad de Tlachinola (tlachinolli: donde hay muchos campos o montes quemados
o chamuscados) del municipio de Coacoatzintla (lugar de las pequeñas
serpientes)
A partir de ahí nos
fuimos internando poco a poco sobre esa zona conocida comúnmente como el
“malpaís” y que se caracteriza primordialmente por la gruesa capa de lava
volcánica producto de la erupción que hace
muchísimo tiempo produjo el llamado “Volcancillo”.
Un aspecto del
malpaís rumbo a Tlacolulan
Todo hace suponer que, bajo la capa de lava se encuentra lo que tal vez fue
un extenso valle de tierra fértil y que se extiende hasta las cálidas tierras
del municipio de Actopan. Asimismo existen evidencias de que por el subsuelo de
esta zona pasan arroyos o ríos que, después de recorrer largas distancias,
emergen entre las rocas como sucede en el lugar conocido con el nombre de El
Descabezadero, hermoso sitio que atrae a gran cantidad de visitantes y que está
convertido en un importante atractivo turístico de la región.
Pequeñas caídas
de agua entre las rocas y la vegetación
Igualmente es digno de
destacar también la presencia de otro cuerpo de agua al que se conoce como la
Poza Azul por la coloración natural que posee y donde es posible ver cómo brota
el agua a través de las fisuras de la pared rocosa. Se trata sin duda de un lugar que es un verdadero remanso de
paz, envuelto en el embrujo sutil de la naturaleza. Ambos son producto del
proceso de filtración que se genera en el subsuelo.
Poza Azul: un
lugar de encanto que merece ser visitado
Esta extensa zona posee
su propia “personalidad” (acéptese la expresión) porque además se encuentra poblada
por una vegetación endémica constituida mayormente por matorrales, pequeños
arbustos y árboles de “pinochas”, lo que la convierte en un lugar con una
biodiversidad única y diferente a la de otros lugares.
La denominación de
“malpaís” parece ser que obedeció a lo escabroso del suelo volcánico y a las
aparentes condiciones inhóspitas que lo distinguen. Sin embargo, el tiempo ha
demostrado que, gracias a la capacidad de adaptación del ser humano, aunado a
la aplicación de mejores técnicas y al uso de herramientas de trabajo
adecuadas, ha sido posible el establecimiento de pequeños asentamientos humanos
(Tlachinola y La Mascaya entre otros) con la consecuente explotación y
aprovechamiento de los recursos naturales que ofrece dicha área y que, sin
lugar a dudas, constituyen el principal soporte económico de las familias ahí
establecidas.
Arboles
de pinochas junto a una cerca de piedras
Derivado de lo anterior,
puedo expresar que es visible la explotación de grandes bancos de roca
volcánica que se utiliza tanto en la cimentación de casas, como en el bardeado
y empedrado de muchas calles en localidades que poseen un trazo e imagen
urbanos de tipo colonial y que las autoridades tratan de preservar, como sucede
específicamente con la ciudad de Naolinco de Victoria.
Cantera en
proceso de explotación
Al caminar por los
senderos o veredas del “malpaís” es frecuente ver a cortadores de piedra
(canteros) que con barretas, cincel y martillo en mano, cortan –no sin
dificultad- las piedras en formas diversas y con un espesor variable. Sin lugar
a dudas, mucho del empedrado que poseen algunas calles de lugares cercanos
incluida Xalapa (capital del Estado), fue hecho con piedras cortadas y
transportadas desde este inconmensurable valle volcánico que la sabia
naturaleza formó en tiempos primigenios.
Piedras
cortadas y listas para su traslado
El corte y tallado de
las piedras van de la mano con la capacidad creativa y constructiva del ser
humano desde la antigüedad remota. Si bien es cierto que el “malpaís” es roca,
también ofrece al hombre una alternativa de vida en un entorno aparentemente
adverso.
La estructura pétrea de
esta zona muestra una serie de boquerones o socavones, algunos de grandes
dimensiones y de cierta profundidad en donde es posible apreciar, incluso, los
efectos de la erosión causados por el paso intermitente del agua a lo largo de
cientos o quizá miles de años. Se presume que existe interconexión entre ellos.
Enorme socavón
de gran profundidad encontrado en esta zona
Algunos cerros que
delimitan esta área son ricos en diversos materiales pétreos que es posible ver
en sus laderas, a flor de tierra, sin que la mano del hombre haya intervenido.
Se trata mayormente de piedra caliza o calcárea y otras con una constitución marmórea que gran demanda tienen en la construcción
de todo tipo de edificios. También existen
grandes bancos de grava (tezontle) de textura porosa y de materiales
arcillosos que son explotados para el mismo fin.
Material
calcáreo en las paredes de un cerro
La riqueza pétrea y
forestal del “malpaís”, está siendo sometida a un intenso proceso de
explotación irracional que obedece a intereses particulares y mezquinos y que
atentan severamente contra el hábitat de especies animales propias del lugar, además
de alterar de manera irreversible el equilibrio y armonía creados por la
naturaleza.
Enorme
banco de material arcilloso usado como cementante
Es visible la
deforestación que este lugar está sufriendo, en aras de explotar con fines
económicos la gran riqueza pétrea que encierra esta zona. Poco a poco el hombre
ha ido abriendo “claros” al cortar una gran cantidad de árboles de “pinochas”
cuya madera, a pesar de no ser muy
resistente, es utilizada para la construcción de casas, cabañas y corrales para
el ganado caprino que pulula en ese lugar y que dejan ver el rostro desnudo de
la lava que alguna vez emergió violentamente de las entrañas de la tierra para
correr incontenible hacia las partes bajas.
La tala
inmoderada también está presente
El frecuente paso de
vehículos de gran tonelaje cargados de madera o piedras por las brechas
abiertas en el “malpaís”, dan testimonio de la afectación que el hombre –el
mayor depredador que existe sobre la Tierra- está consumando y que la
naturaleza, tarde o temprano, en respuesta a la agresión de que ha sido objeto
desde tiempo inmemorial, habrá de recuperar sus espacios. La violencia con que
se producen los fenómenos naturales: erupciones volcánicas, huracanes,
inundaciones, sismos, incendios, etc. dan prueba de ello.
Una de las
brechas abiertas en el malpaís
Propicia es la ocasión
para invitar a usted, amable lector (a) que nos distingue con su atención, a
reflexionar en torno al contenido que encierra esta frase: “Dios perdona
siempre, el hombre algunas veces, pero la naturaleza ¡nunca!”
El equipo de
senderistas bajo un puente natural en el malpaís
Agradeceremos sus
opiniones, comentarios o sugerencias en la siguiente dirección:
senderismocamarada97@hotmail.com