viernes, 28 de septiembre de 2012



EL MALPAÍS: EL OTRO ROSTRO DEL PAISAJE
Por Carlos Ramírez Hernández


“El creer que la naturaleza es inagotable,
constituye un error ampliamente difundido”
Konrad Lorenz
Fisiólogo y naturalista austriaco


El presente texto se deriva de las observaciones hechas a lo largo de la caminata que recientemente efectuamos hasta la localidad de Tlacolulan (lugar de tlacuilos o pintores) el pasado sábado 8 de septiembre del año actual y que coincidió con la celebración de su fiesta patronal.
Palacio municipal de Tlacolulan

El recorrido inició en el lugar conocido como La Palma sobre un camino de terracería que conduce a la comunidad de Tlachinola (tlachinolli: donde hay muchos campos o montes quemados o chamuscados) del municipio de Coacoatzintla (lugar de las pequeñas serpientes)
A partir de ahí nos fuimos internando poco a poco sobre esa zona conocida comúnmente como el “malpaís” y que se caracteriza primordialmente por la gruesa capa de lava volcánica  producto de la erupción que hace muchísimo tiempo produjo el llamado “Volcancillo”.

Un aspecto del malpaís rumbo a Tlacolulan

Todo hace suponer que,  bajo la  capa de lava se encuentra lo que tal vez fue un extenso valle de tierra fértil y que se extiende hasta las cálidas tierras del municipio de Actopan. Asimismo existen evidencias de que por el subsuelo de esta zona pasan arroyos o ríos que, después de recorrer largas distancias, emergen entre las rocas como sucede en el lugar conocido con el nombre de El Descabezadero, hermoso sitio que atrae a gran cantidad de visitantes y que está convertido en un importante atractivo turístico de la región.
Pequeñas caídas de agua entre las rocas y la vegetación

Igualmente es digno de destacar también la presencia de otro cuerpo de agua al que se conoce como la Poza Azul por la coloración natural que posee y donde es posible ver cómo brota el agua a través de las fisuras de la pared rocosa. Se trata sin duda  de un lugar que es un verdadero remanso de paz, envuelto en el embrujo sutil de la naturaleza. Ambos son producto del proceso de filtración que se genera en el subsuelo.
Poza Azul: un lugar de encanto que merece ser visitado

Esta extensa zona posee su propia “personalidad” (acéptese la expresión) porque además se encuentra poblada por una vegetación endémica constituida mayormente por matorrales, pequeños arbustos y árboles de “pinochas”, lo que la convierte en un lugar con una biodiversidad única y diferente a la de otros lugares.
La denominación de “malpaís” parece ser que obedeció a lo escabroso del suelo volcánico y a las aparentes condiciones inhóspitas que lo distinguen. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que, gracias a la capacidad de adaptación del ser humano, aunado a la aplicación de mejores técnicas y al uso de herramientas de trabajo adecuadas, ha sido posible el establecimiento de pequeños asentamientos humanos (Tlachinola y La Mascaya entre otros) con la consecuente explotación y aprovechamiento de los recursos naturales que ofrece dicha área y que, sin lugar a dudas, constituyen el principal soporte económico de las familias ahí establecidas.
Arboles de pinochas junto a una cerca de piedras

Derivado de lo anterior, puedo expresar que es visible la explotación de grandes bancos de roca volcánica que se utiliza tanto en la cimentación de casas, como en el bardeado y empedrado de muchas calles en localidades que poseen un trazo e imagen urbanos de tipo colonial y que las autoridades tratan de preservar, como sucede específicamente con la ciudad de Naolinco de Victoria.
Cantera en proceso de explotación

Al caminar por los senderos o veredas del “malpaís” es frecuente ver a cortadores de piedra (canteros) que con barretas, cincel y martillo en mano, cortan –no sin dificultad- las piedras en formas diversas y con un espesor variable. Sin lugar a dudas, mucho del empedrado que poseen algunas calles de lugares cercanos incluida Xalapa (capital del Estado), fue hecho con piedras cortadas y transportadas desde este inconmensurable valle volcánico que la sabia naturaleza formó en tiempos primigenios.
Piedras cortadas y listas para su traslado

El corte y tallado de las piedras van de la mano con la capacidad creativa y constructiva del ser humano desde la antigüedad remota. Si bien es cierto que el “malpaís” es roca, también ofrece al hombre una alternativa de vida en un entorno aparentemente adverso.
La estructura pétrea de esta zona muestra una serie de boquerones o socavones, algunos de grandes dimensiones y de cierta profundidad en donde es posible apreciar, incluso, los efectos de la erosión causados por el paso intermitente del agua a lo largo de cientos o quizá miles de años. Se presume que existe interconexión entre ellos.

Enorme socavón de gran profundidad encontrado en esta zona

Algunos cerros que delimitan esta área son ricos en diversos materiales pétreos que es posible ver en sus laderas, a flor de tierra, sin que la mano del hombre haya intervenido. Se trata mayormente de piedra caliza o calcárea y otras con una constitución  marmórea que gran demanda tienen en la construcción de todo tipo de edificios. También existen  grandes bancos de grava (tezontle) de textura porosa y de materiales arcillosos que son explotados para el mismo fin.

Material calcáreo en las paredes de un cerro

La riqueza pétrea y forestal del “malpaís”, está siendo sometida a un intenso proceso de explotación irracional que obedece a intereses particulares y mezquinos y que atentan severamente contra el hábitat de especies animales propias del lugar, además de alterar de manera irreversible el equilibrio y armonía creados por la naturaleza.

Enorme banco de material arcilloso usado como cementante

Es visible la deforestación que este lugar está sufriendo, en aras de explotar con fines económicos la gran riqueza pétrea que encierra esta zona. Poco a poco el hombre ha ido abriendo “claros” al cortar una gran cantidad de árboles de “pinochas” cuya madera, a pesar de no ser  muy resistente, es utilizada para la construcción de casas, cabañas y corrales para el ganado caprino que pulula en ese lugar y que dejan ver el rostro desnudo de la lava que alguna vez emergió violentamente de las entrañas de la tierra para correr incontenible hacia las partes bajas.
La tala inmoderada también está presente

El frecuente paso de vehículos de gran tonelaje cargados de madera o piedras por las brechas abiertas en el “malpaís”, dan testimonio de la afectación que el hombre –el mayor depredador que existe sobre la Tierra- está consumando y que la naturaleza, tarde o temprano, en respuesta a la agresión de que ha sido objeto desde tiempo inmemorial, habrá de recuperar sus espacios. La violencia con que se producen los fenómenos naturales: erupciones volcánicas, huracanes, inundaciones, sismos, incendios, etc. dan prueba de ello.
Una de las brechas abiertas en el malpaís

Propicia es la ocasión para invitar a usted, amable lector (a) que nos distingue con su atención, a reflexionar en torno al contenido que encierra esta frase: “Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, pero la naturaleza ¡nunca!”
El equipo de senderistas bajo un puente natural en el malpaís

Agradeceremos sus opiniones, comentarios o sugerencias en la siguiente dirección:
senderismocamarada97@hotmail.com