CUESTA DEL
PESMÓN: ¿Una visita al Jurásico?
Por Carlos Ramírez
Hernández
“Las tierras pertenecen
a sus dueños,
pero el paisaje es de
quien sabe apreciarlo”
UPTON SINCLAIR
Escritor estadounidense
Sin duda, una de las caminatas que más
expectativas ha despertado en nosotros, ha sido la que en varias ocasiones
hemos llevado a cabo a la Cuesta del Pesmón.
Cuando el equipo de senderistas así lo
determina, nos trasladamos ya sea en autobús o en taxi hasta la entrada –a
orilla de carretera- del camino de
terracería primero y que continúa más adelante como vereda que conduce hasta la
comunidad Las Paredes, congregación perteneciente al municipio de Chiconquiaco,
Veracruz.
Caminando entre potreros y tierras de cultivo,
subiendo y bajando se llega hasta un arroyo de agua muy limpia y fresca que
baja y golpetea entre las rocas y al cual hay que cruzar sobre un enorme tronco
de árbol que hace las veces de un improvisado puente y que permite empezar a
ascender sobre la ladera de un cerro hasta llegar a las primeras casas de la
localidad antes mencionada.
Posando para la foto sobre el improvisado
puente
Ya sobre el camino de terracería que atraviesa
la comunidad, continuamos hasta un lugar conocido como La Capilla donde, como
en otros sitios serranos, la cría y pastoreo de cabras así como la elaboración
del sabroso queso y requesón, son actividades que lo distinguen.
A partir de ahí se ingresa a una zona boscosa en
la que son visibles los vestigios de una antigua calzada que muestra el
deterioro que los fenómenos naturales y el inexorable paso del tiempo le han
ocasionado. Es allí donde empieza la Cuesta del Pesmón.
Aquí inicia la zona
boscosa
Pero, ¿por qué se le llama así? A continuación
lo explicaré. Conforme se avanza sobre las desgastadas piedras de la calzada,
se puede ver la exuberante vegetación constituida por árboles maderables de
gran tamaño, de gruesos y añejos troncos y de un ramaje apretujado que proyectan
su sombra –en días soleados- sobre amplias áreas de la cuesta, lo que constituye
un gran alivio para campesinos y arrieros que por necesidad la transitan en
días calurosos.
Vegetación única
en su género
En lo más espeso de aquella vegetación, emergen
como si fueran parte de un paisaje propio
del jurásico (período intermedio de la era mesozoica y que duró cerca de
50 millones de años) los inconfundibles pesmones (especie de helechos gigantes
y que le dan nombre al lugar) cuyos alargados troncos se levantan majestuosos
en aquel reducto casi virgen de la creación y que pueden ser admirados a ambos
lados de la cuesta. Entre chascarrillos y bromas, los integrantes del equipo de
senderistas imaginamos ver aparecer, entre esa vegetación única en su género, la
mole colosal de un Diplodocus herbívoro de 90 pies de largo, abriéndose paso en
aquel escenario propio para una filmación cinematográfica. ¿Otro Parque Jurásico?
A lo mejor. Por qué no.
Nótese la esbeltez de los grandes helechos
El
empedrado de la cuesta, a pesar del tiempo transcurrido desde su colocación
–estamos hablando de un camino más que centenario- mantiene aún largos tramos
en muy buen estado de conservación y donde es posible observar la disposición
característica que guardan algunas lajas al estar colocadas de “canto” sobre todo
en los escalones que posee y que siguen resistiendo los embates cada vez más violentos
de la madre naturaleza.
Observe los escalones
que aún se conservan
Es en verdad emocionante recorrerla ya que, como
en una simbiosis, se entrelazan la cuesta y el entorno de un paisaje
incomparable que asiste a dicho lugar y que
sólo la mano divina pudo crear para disfrute de quienes –como nosotros- aman la
naturaleza.
Cuesta abajo y a un costado de la misma, se
aprecia un espacio abierto (terraplén) donde se levanta un improvisado
cobertizo, con unas bancas y un pesebre de madera –todo ello hecho de manera
rústica- conocido como aviadero (de
avíos, aparejos del caballo) y que según nuestro compañero Daniel Fuentes
Ramírez, es utilizado por los arrieros cuando por ahí transitan para descansar
a las bestias, acomodar y ajustar la carga y darles de comer.
Acercamiento fotográfico
a un helecho
Como dato adicional se comenta asimismo que,
aprovechando la presencia de pequeños socavones u oquedades laterales, la
Cuesta del Pesmón sirvió -en el siglo XIX- como refugio y escondite a las
huestes guerrilleras del caudillo de la independencia don Guadalupe Victoria.
Versión que no está históricamente confirmada, según lo considera quien esto escribe.
NNNNNNNNN
El compañero Martín
Fuentes Castro junto a un helecho
Si alguna vez usted, amable lector (a), tuviera
la oportunidad de conocer y recorrer a todo lo largo la Cuesta del Pesmón,
estaría de acuerdo con nosotros en que merece ser declarada zona natural
protegida por la instancia gubernamental correspondiente, en virtud de la
extraordinaria riqueza forestal que la distingue. Bien vale la pena poner a
salvo ese hermoso reducto natural y protegerlo de la incontrolable tala que de
manera clandestina, día a día, acaba con una de las más preciadas riquezas y
recursos con que cuenta nuestro estado y el país en general.
¿Acaso no parece un
paisaje del Jurásico?
No cabe
duda que siempre aprendemos algo y esto lo corroboramos en cada una de las
caminatas, cuando recorremos los senderos que surcan la cañada o las veredas
que se pierden entre los breñales de las laderas de los cerros y mesetas de la
región serrana.
La maravilla de la vida
en la naturaleza
La cuesta se termina más
abajo cuando prácticamente el empedrado ha desaparecido y se llega hasta las
inmediaciones de La Reforma (Km. 9) sobre la carretera Xalapa-Misantla donde, a
bordo de un autobús o de un taxi, volvemos a nuestro punto de partida en franca
alusión a un viejo refrán popular que reza: “A tu casa grillo, aunque sea con una pata”.
Los senderistas en la
Cuesta del Pesmón
Agradecemos sus comentarios en la siguiente
dirección: senderismocamarada97@hotmail.com